8/10/10

Potteries Thinkbelt de Cedric Price

Caducidad, reciclaje, tecnología, enseñanza, temporalidad, incertidumbre calculada… Todos estos son aspectos sobre los que nos habla Cedric Price (1934-2003) en su proyecto Potteries Thinkbelt (PTb), comenzado en 1964. Potteries Thinkbelt (PTb) se trata de una “universidad circular”. Debía ser un equipamiento  de enseñanza superior; una enseñanza que respondía a las necesidades educativas de la Inglaterra de los años sesenta, una enseñanza basada en la ciencia y la tecnología. PTb generaría un campus de 2.800 hectáreas con más de 20.000 alumnos que se traducirían en 40.000 habitantes para la deteriorada región de North Staffordshire; convirtiéndose en una gran centro tecnológico y de investigación. Sin embargo, Price no quería que PTb fuese una universidad clásica, concepto que él mismo detestaba; sino que entendía la universidad como una industria de  transcendencia nacional que  favoreciese  el desarrollo, entendido como producto, de nueva tecnología. Se  trataba de un campus descentralizado, en torno a esta región inglesa; aprovechando y dando soluciones a lo que eran unas antiguas alfarerías que funcionaron durante más de 250 años; dispuestas por todo el territorio, y conectadas por una intacta y serpenteante red ferroviaria que conectaba ciudades y fabricas en ruinas.
Conecta de esta manera, una realidad local con el problema nacional de la enseñanza; dentro del marco de la realidad de la tercera industrialización; generando una oportunidad potencialmente rica de una realidad estéril. Para todo ello, Price comienza  utilizando la redundante red ferroviaria, como infraestructura básica. Crea una serie de módulos móviles, que serían: las aulas, laboratorios, y unidades residenciales que irían dispuestas sobre las vías y que operarían a lo largo del territorio; un “territorio docente”. Estos módulos se combinarían según las necesidades del momento, agrupados en densidades funcionales y de temporalidad limitada. Existirían tres “áreas de intercambio” donde los módulos móviles podrían abandonar o incorporarse a las líneas férreas, en función de las necesidades del momento. La movilidad no sería un simple proceso, sino además, funcionaría como una herramienta educativa, ya que se pensaba en la posibilidad de unidades auto propulsadas en las que el trayecto tuviese la duración de una clase. Las tres vías secundarias, paralelas a la principal, estaría ocupada por las aulas de mayor tamaño provistas con mesas plegables y paredes acolchadas. En cuanto a las unidades domesticas estaban pensadas para poder adaptarse al terreno mediante patas, agrupándose  según el momento o conectándose a una estructura vertical mediante los módulos-contenedor. En cuanto al desplazamiento de los usuarios, existía un servicio de ferrobús compatible con otros transportes, como el coche. 







En este proyecto Price trabaja con uno de sus máximos intereses: la incertidumbre. Cedric Price aprovecha el desconocimiento que se tienen en cuanto a la variabilidad programática a lo largo del tiempo y entiende que el arquitecto no tiene porque adivinar dichas variaciones; por eso comprende que hay que dejar a las personas la libertad de controlar y conformar su entorno; y elegir los modos  y decisiones; siendo, para Price, el mejor diseño aquel que es manipulable. También PTb pudo ser un experimento en cuanto al reciclaje, reciclaje a gran escala aprovechando un producto industrial obsoleto, y transformándolo en una infraestructura básica de la nueva  industria de la enseñanza. Pero lo realmente meritorio  de este proyecto es que pone en cuestión  lo realmente estático en la arquitecta, aspectos inherentes  a la disciplina como el lugar, la permanencia, el diseño depurativo y la confianza  ciega en la planificación; entendiendo de este modo, la arquitectura con más obligaciones que la de proporcionar un esqueleto arquitectónico.